2006-09-17

Ni una semana, ni un día

Estoy muy desconcertada. R me ha dicho algo... que pienso que es incompatible con una pareja. Pero lo mantiene. No sé qué hacer.

Es gracioso lo de "incompatible con la pareja". Me recuerda esos comunicados médicos tan risibles que hablan de "lesiones incompatibles con la vida", en vez de "heridas mortales". ¿Sintomático?

Hoy al mediodía, en el Vienés. Una conversación trivial, o por lo menos no trascendental. Una posibilidad de alquilar mi casa por un precio simbólico a una familia amiga durante uno o dos años, en un futuro hipotético. ¿Y tú dónde te ibas a meter?, pregunta. ¡Pues no sé!, respondo sonriendo, aquí y allá, una temporada con mi madre, bastante más improbable con mi padre, o con mis hermanos... alguna temporada contigo...

- ¡Conmigo no! Ni una semana, ni un día.

Me sorprende su plante. Lo explica como parte de su personalidad, dice que se pondría negativo y acabaríamos muy mal. Que no, que no.
Lo hablamos, y lo cierto es que no es una discusión. En realidad, le digo, es parte de como somos: yo también me planteo la posibilidad de irme a vivir y a trabajar en otro lugar, en otro país, a pesar de estar él y yo juntos.
El encuentro acaba bien.

Pero, una vez disuelto el tête-à-tête en el Vienés...
Sola, en mi casa, la tarde no se desarrolla como esperaba. En lugar de echar una soberana siesta, estoy nerviosa, veo más y más capítulos de la serie emulera de turno, bordo. Levanto el culo, me muevo por la casa, me siento. Empiezo a fregar los cacharros de hace mil años, que empiezan a desarrollar vida propia en la cocina.
Y ahí ya me doy cuenta de que, entre la niebla mental, empieza a concretarse una imagen, unas palabras.
La maldita frase: "Ni una semana, ni un día".
No puede ser verdad.
No puede ser literal.
Pero no lo decía como si fuera una frase hecha.
Me reconcome. Mi independencia es para mí de las cosas más preciadas en mi vida, y no me imagino compartiendo mi espacio vital con nadie indefinidamente, ni siquiera por una temporada medianamente prolongada... pero, ¿"ni una semana, ni un día"?
No lo decía de bromas, pero ¿lo decía en serio?
Y vuelve el fantasma de mi conformidad, de mi incapacidad de enfadarme a tiempo, de plantarme.
Llego a la conclusión de que, probablemente, ... es incompatible con el respeto por mí misma el dejar pasar esto.

Me llama al cabo de la tarde. En un principio no entro al trapo de la cuestión que se ha adueñado de mi cabeza, pero al fin lo hago. ¿Era literal?
Pues, me contesta, ... sí.

Lo mantiene. Lo argumenta. Es como es él, es como es su relación con la gente. Pero, le respondo, no suponía que yo estuviera dentro del rango habitual de "soportabilidad" de la gente en general.
Lo mantiene.
Lo argumenta.
No lo veo razonable.
El diálogo traza círculos durante un rato demasiado largo.

Me parece que es mejor que lo dejemos correr hasta mañana, para ver qué poso me deja la noche. Se anticipa a suponer que mañana no voy a querer estar con él. Me molesta. Me molesta su predisposición a verse y a ponerse teatralmente solo en el mundo... la figura sombría con la melena al viento que se aleja por la calle desierta, a contraluz. Pero no se lo digo.

Ahora pienso que no me estaré demostrando ningún respeto a mí misma si admito esto en mi pareja.
Pero sé que se atisba el orgullo de no vernos, de no verme, "típicos"; de regodearme en que somos, en que soy, "diferentes" de la masa. Tan independientes. ¿Es patético? ¿Es la realidad? Es una realidad patética, probablemente.
Él plantea su posición como parte de su espinosa experiencia vital, durísima sin duda.
Yo... quiero respetarlo, pero en el fondo no soy capaz de ver esa postura tan extrema como algo razonable dentro de lo que es una pareja.

"Ni una semana, ni un día".

¿Qué pensaré mañana?