2006-06-13

Me voy.

Me voy porque no me apetece, porque me pesa la inercia; para llevarme la contraria en una faceta que demasiado a menudo me domina. Por lo mismo, me voy porque me da miedo.

Me voy para sentir el placer de volver. Y el placer de tener más lugares atesorados. Y el placer de volver a irme.

Me fuerzo a no reprocharme estos días de descanso entre una escapada y otra. El tiempo perdido a placer es tiempo ganado. También sabemos lo que es perder tiempo sin placer. Cuando nuestro momento vital no nos permite otra opción.

¿Me voy porque soy independiente, o porque quiero llegar a serlo? ¿O porque quiero aparentarlo?
Qué importa: a veces el hábito hace al monje. O, de una forma menos cínica: a veces el pájaro no canta porque esté alegre, sino que canta para estar alegre. A veces erguir la cabeza, mirar al cielo, acaba consiguiendo arrastrar hacia arriba el alma.

A veces, el gesto hace el espíritu.

Amén.