Enhorabuena
"HOY cumple un año la ley que permite la boda entre personas del mismo sexo.
La derecha paleolítica airea la pequeña cifra de homosexuales casados para concluir que no era necesario ningún cambio, que no hacía falta semejante ruido para tan pocas nueces. Ha descendido, pues, de la condena moral a la denuncia pragmática, de la queja teológica al mohín del contable. Siendo cuatro y un tambor, por qué no seguir en el armario, se pregunta.
Alguien habría de explicarle que la igualdad no consiste en que todos debamos hacer lo mismo ante el juez, sino en que todos podamos hacerlo. Nadie obliga a los negros de Soweto a ir a la universidad, ni a los judíos de Viena a coger el tranvía, ni a las mujeres de Pamplona a abrir una cuenta bancaria, ni a los niños de Kabul a volar cometas, ni a los heterosexuales a divorciarse.
Da igual que sean pocos o muchos los que hagan uso de una medida reparadora: ni la abundancia de sus beneficiarios justifica una atrocidad legal ni la escasez de ellos invalida un acto de justicia. Sea terrible o absurda, costumbrista o constitucional, el adiós a una discriminación no es asunto que tenga que depender de mayorías y minorías. Yerran algunos homosexuales cuando engordan su derecho a casarse arguyendo que son millones: aunque fueran miles, aunque no fueran más que dos, un gobierno civilizado debería atender de igual forma su demanda.
Así que mi enhorabuena no se dirige sólo hacia los unidos en laico matrimonio, sino también hacia los que ya pueden optar por él o rechazarlo si les place. Hablamos de que al fin disfrutan de un derecho del que antes sólo gozábamos los demás, no de la conveniencia o no de utilizarlo.
Y ni han extendido epidemia alguna, ni han pervertido a los críos ni han destruido los cimientos de ninguna sociedad. ¿La familia? Bien, gracias."
Columna de Xabi Larrañaga en el "Diario de Noticias" de Navarra, 1 de julio de 2006