2005-10-19

Puntos suspensivos

Aquí un enlace a un weblog visual de links a sitios donde encontrar más imágenes interesantes.

Hoy he leído un post de siete que me ha provocado sensaciones contradictorias.

Contaba que ha asistido a un concierto que le ha provocado un "orgasmo musical", con gente que ella conoce sobre el escenario, y con famoseo en el público, cóctel,... Entiendo lo que quiere decir y sé que ella no es de "ese" estilo, pero no he podido evitar estremecerme, una vez más, con la repugnancia que me provoca el ambiente "guay" en el que se está para mirar y ser mirado, para molar. Las actitudes, los looks, el tono de voz. Cada vez que me ocurre -cada vez que estoy en un sitio en el que suena una radiofórmula, cada vez que mis hermanos cuentan algo de la Radio, cada vez...- me reafirmo en que dejar ese mundo fue lo correcto. No va conmigo. Es curioso que sea una reacción tan visceral, probablemente exagerada, casi una fobia.

Más me vale no considerar demasiado seriamente el hecho de que todos, siempre, actuamos para nuestros espectadores: aunque nuestra audiencia seamos, ante todo y sobre todo, nosotros mismos.
Y, por cierto, ¿no es un weblog un ejemplo perfecto de esto, una masturbación mental mezclada con exhibicionismo, y voyeurismo de las reacciones que despertamos? Siempre mirar y ser mirados...

Por otra parte, al leer la escapada musical y nocturna de siete, he sentido una punzada de ¿envidia? ¿melancolía? Echo de menos salir para pasármelo bien. No suelo salir, y cuando lo hago tampoco es que suela divertirme en la mayoría de las ocasiones. Lo que pasa es que las veces, minoría, en que ha ocurrido...

Últimamente estoy dejando bajar demasiado el ánimo: debo cuidarme.
Me preocupaba llegar a pensar que dependo de una pastilla para sentirme bien, activa; pero empieza a rondarme la idea de que peor sería no tener ni siquiera esa esperanza de "iluminación garantizada".
Además, nada de garantizada: un placebo.
(Varo, Varo, ¿cuándo vas a devolverme mis legiones? Gracias por todo y por nada...)

Bla bla bla. Sigo siendo yo: no me ha abducido ninguna vaina espacial.

siete también escribió algo que, mientras creí que lo había escrito ella, me hizo sentir celos de su talento y de su sensualidad; y cuando supe que no lo había escrito ella, sentí celos de no haberlo descubierto yo antes, de no haberlo revelado yo antes, de...
¿Quién dice que no soy celosa? Porque hay quien lo dice.
Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
Siento celos, llámalo envidia o admiración si quieres, de la chispa ajena. A veces pienso que soy lo más opaco; espesa sin ser densa; mate, obtusa, lenta. Pero ser capaz de admirar esa belleza ajena también es una cualidad. Y aunque no todo se aprenda, sí que se puede llegar a asimilar en parte.

1 Comments:

Blogger Juan Diablo said...

Monstera, para mi es diferente la envidia de los celos. La primera hace que desees algo que no tienes, lo segundo es más complejo: hace que no quieras que otros disfruten de un afecto que no sea el tuyo.

A no ser que en tu caso, celos, signifique la 6ª acepción del diccionario de la RAE :-)

12:17 p. m., octubre 26, 2005  

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